La dictadura de la democracia
- Mariano de Pablo
- 25 ago 2018
- 14 Min. de lectura
Desde hace muchos años vengo diciendo que lo peor de una dictadura que pervive por espacio de mucho tiempo, no solo son los actos de violencia acaecidos durante el tiempo en que se sustentó, sino, el estado mental en que quedan las personas, una vez que muere el dictador y se celebran elecciones.
Parafraseando aquella canción de María Ostiz que tan reiteradamente se escuchaba en los medios audiovisuales durante el tiempo de las primeras elecciones libres de este país, mentalmente el pueblo queda como una “maleta perdida en una estación, sin dueño” (y sin rumbo) a merced del primero que se apropie de ella.
Porque, durante los años de dictadura, se constriñe la capacidad crítica del individuo, se anula su capacidad para justipreciar los hechos que acontecen y por lo tanto, carece de criterio propio.
Con la mayoría de los habitantes habiendo crecido en la dictadura desde muy jóvenes e incluso, habiendo nacido en ella, el estado mental que se obtiene es propicio para que el cambio a la democracia sea, al menos, incierto por el apego al poder de unos, mostrándose reacios a dejar sus privilegios ejercidos durante años que, unido a la costumbre de obedecer de otros y la dificultad para encontrar el "punto medio", resulta ser el binomio perfecto para que nada cambie.
Pero también hay otro riesgo por la merma de la capacidad de crítica de las personas. Habiendo quedado esta tan afectada y tan exigua, puede que acepten una forma de gobierno corrompida, aun tratándose de la mismísima democracia. Al no haber vivido nada más que una dictadura, toman por buena aquella forma de democracia que se les da, aun sin ser digna de llamarse así; haciendo valedera esa frase tan famosa de “que todo cambie para que todo siga igual”.
DECLIVE DE LAS FORMAS DE GOBIERNO
Cuando en Grecia empezó a desarrollarse la filosofía y se pensó sobre la condición del hombre, también se estudió sobre la forma perfecta de gobierno. Con algunas diferencias entre ellos solo de matiz, Sócrates, Platón y Aristóteles desgranaron las formas posibles de gobernarnos. Una de ellas, la democracia, era aceptada como un mal menor, ya que si bien la monarquía parecía ser la forma ideal de gobierno por nombrar gobernante al más capacitado, en la práctica era inútil si el gobernante no resultaba ser tal; además, podría estar influenciado por una “camarilla” de interesados.
Por otro lado, como otra forma de gobierno ideal, se pensó en que el poder estuviera sustentado no solo por un individuo, sino, por un grupo de ellos, llamados aristócratas, (del griego aristos – los mejores). Pues, dividiéndose el poder entre varios, se podría diluir el riesgo de que fuéramos gobernados por un inútil o algo peor.
Ahora bien, en la práctica, la aristocracia tampoco resultaba ser la forma de gobierno ideal, puesto que con el paso del tiempo, por el simple crecimiento vegetativo de esta clase y también como resultado de alianzas matrimoniales (Platón también alegaba descuidos en el número nupcial), la aristocracia degeneraba en un gobierno oligárquico. Oligarquía, es decir, una tiranía, pero, con el poder ejercido por el grupo y estando todos de acuerdo en el reparto de poderes y prebendas.
Así pues, según Platón y Aristóteles, la monarquía degeneraba en tiranía y la aristocracia en oligarquía. Por lo tanto y resumiendo, la monarquía reconvertida en tiranía y la aristocracia reconvertida en oligarquía son dos formas de dictadura, ya que ambas cumplen con la definición de la misma, es decir, poder ejercido por un solo individuo ó una élite, sin una clara división de poderes, ejerciendo el mando arbitrariamente a favor de intereses propios y dando prebendas a la minoría que los apoya. Un poder alcanzado por degeneración de un poder anterior ó través de un golpe militar ó heredado de un dictador anterior.
Ahora llegamos a la democracia. ¿Qué hay de la democracia? ¿constituye la forma de gobierno ideal otorgarle el poder de decisión al pueblo? .
Sócrates odiaba la democracia y razones no le faltaban. Instaba a los jóvenes a que pensaran por si mismos y le acusaron de querer corromperlos. La asamblea votó y le condenaron a muerte. No sé si fue la primera victima de la democracia, pero, al menos fue una victima de ella, pues, su condena dependió del resultado de una consulta en el seno de unos parlamentarios. Actualmente se nos presenta la democracia como una forma de gobierno que supone la panacea de todos los males, garante de justicia, de equidad social (que no de igualdad social), de progreso económico y de paz. Pero eso no tiene por qué ser así.
Como he dicho antes, la democracia era vista por Platón como un mal menor, pues, la voluntad del pueblo, como masa, también queda en entredicho. Pero, eso si, tiene una gran virtud: elimina la posibilidad de que haya una lucha cruenta por el poder, lo cual acabaría con derramamiento de sangre. Lucha por el poder en la democracia la hay, no cabe duda, pero, sin derramamiento de sangre.
Si la idoneidad de la monarquía como forma de gobierno depende de las cualidades del monarca. Si la idoneidad de la aristocracia depende de las cualidades de los aristócratas. Así mismo, el buen gobierno por una democracia depende de la formación cultural del pueblo..
De nada sirve ser dirigidos por la voluntad del pueblo, si este no tiene los conocimientos necesarios para saber los riesgos y contraindicaciones que afectan a su decisión ó que su voluntad pueda ser manipulable a favor de otros intereses de poderes fácticos.
Parafraseando un ejemplo puesto por Platón, en esta Europa tan democrática la democracia se acaba cuando uno se sube a un barco. Ninguno de nosotros navegaría en un barco si supiera que las decisiones se someten a juicio de una marinería poco formada y/ó interesada o a votación de los pasajeros, para saber cual es la orden a obedecer en caso de una tormenta. Nos sentimos seguros sabiendo que hay un capitán dando órdenes indiscutibles y un cuerpo de oficiales con la formación suficiente para cumplir esas órdenes y saber qué se debe hacer en cada circunstancia y que son responsables del resultado de la travesía.
Por lo tanto, la posible falta de formación y de información del votante resulta ser el primer riesgo de degeneración de la democracia.
DEMOCRACIA Y DEMAGOGIA
Me resulta un tanto molesto lo extendido que se encuentra el uso de la palabra demagogia sin saber qué es y lo que es peor, sin venir a cuento (sin venir a colación queda mas fino). Se dicen unos a otros: ¡eso es demagogia!. Y quedan tan ilustrados que hasta parecen guardar un poso de conocimientos profundo. Muchos la emplean y nadie la explica, luego, algo pasa con el vocablo si sus usuarios no suelen aclarar su significado.
Y no se puede alegar dificultad de formación y/o comprensión por parte del oyente porque lo verdadero es sencillo, es corto y además suele ser alegre; y por lo tanto, si se explica, es comprensible para todos.
Ni que decir tiene que los campeones en utilizar la demagogia para sus propios fines son los medios de comunicación de cualquier clase y por supuesto, también todo el espectro de partidos políticos.
Al periodismo en general se le ha llamado “el cuarto poder”. Pero, actuando como voceros de la clase política a la que están adheridos ó a favor de los intereses de sus propietarios, yo prefiero calificarlo como el “opio del pueblo” del siglo XXI. Un efectivo medio del poder correspondiente.
Dicho esto, a las degeneraciones de la monarquía y de la aristocracia, tenemos que añadir el riesgo de degeneración de la democracia. Veamos.
Aristóteles era contrario a la democracia porque su degeneración daba paso a eso que en la antigua Grecia se le tenía verdadero pánico: la demagogia. Pero, ¿qué es demagogia y por qué se le temía tanto?.
Demagogia, como es lógico viene de otra palabra griega que significa “dirigir al pueblo”, por supuesto, a través de la oratoria. Y si para dirigirlo, se expresan de manera atractiva, elocuente y elegante con el objetivo de ser persuasivos; a eso se le llama retórica.
Como puede verse, en si mismas, ni la demagogia ni la retórica son malas. Pues, si el que dirige, para dirigir, usa la palabra en vez del látigo; y si cuando el que habla, además de veraz es elegante, mucho mejor.
El problema viene cuando el orador utiliza esas técnicas solo con un interés personal. Persuadiendo al oyente con palabras espurias. Dicho sin ambages, mentir, engañar, estafar, convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición apelando a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas. Ese es el sentido peyorativo que hoy se le da a la palabra demagogia. Por lo tanto, la maldad de la palabra demagogia está solo en la intención del que habla.
Una buena base para que la demagogia sea efectiva es ofrecer una educación pública primaria que sea corta, escasa, sesgada e interesada; así el éxito está asegurado. Las formas de demagogia mas comunes son:
1) Decirle a las personas lo que desean oír. Empleo de halagos. Ejemplo: “…y por supuesto, es el momento de recoger los frutos de vuestro esfuerzo y de que logréis la recuperación esta vuestro estatus como clase media.”
2) El engaño. Mentir. Del punto 1 se deriva este punto 2. No hace falta ejemplo. Se trata de decir algo que ni es verdad, ni lo será. También es muy utilizado por el partido político el decir una cosa y la contraria, a veces por distintas personas del mismo partido político; es mentir dos veces. Prometer lo que sea necesario para ganar voluntades.
3) Utilizar en demasía la elegancia en el lenguaje. De la elegancia en el lenguaje solo advertir de la modulación de voz, de la entonación…. o cuando alguien habla tan bien que no se le entiende, o emplea frases rebuscadas. Cicerón dijo: "No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable".
También es común emplear frases que expresen algo sin decir exactamente nada. Por ejemplo: “Por el cambio.”, “Ahora es el momento”.
También la música es utilizada. Si la música es capaz de amansar a las fieras, algo le hace al votante.
4) La empatía en sus dos vertientes:
a) empatizar con el oyente para que el oyente cree una conexión.
Ejemplo 1: “Señores votantes, me uno a su éxito, a su felicidad..….bla bla”
Ejemplo 2: “Me uno al dolor de las victimas del accidente que ha supuesto la perdida de vidas humanas”.
Ejemplo 3: Hacerse fotos con el equipo de futbol y su copa recién ganada, habiéndose reservado para el partido un asiento preferente en el palco. O hacerse fotos con el deportista triunfador de turno, uniendo los éxitos deportivos a la imagen de un líder.
b) Que el oyente empatice con el orador, utilizando para eso lo que se llama carisma, pasta de líder. Carisma natural o artificial; por ejemplo, dando imágenes del candidato haciendo deporte o en otras actividades que comuniquen una personalidad atractiva. Ningún candidato de haría hoy fotos asistiendo a una corrida de toros ni jugando al golf, pero, si practicando cualquier otro deporte que no implique elitismo.
También el aspecto físico cuenta. Cuidar la imagen física, cuidar las presentaciones en público hasta el último detalle, etc. Incluso se puede elegir un candidato simplemente por su aspecto, para usarlo de atractivo, como gancho.
5) Apelar a los sentimientos ó usarlos de pantalla.
Ejemplo: Apelar a la Patria, a las patrias chicas, a la esperanza, al bienestar de los hijos, de los padres…..etc.
6) Evitar / distraer del asunto principal.
Ejemplo: Pregunta del periodista: “Presidente, ¿qué me dice usted de los dirigentes de su partido que han sido encarcelados por cometer un delito?. Respuesta: Pues evidentemente, vivimos en un estado de derecho, en el que las libertades están garantizadas. Y nuestro partido esta trabajando duro y seguirá esforzándose para que el pueblo disfrute no solo de nuestro estado de derecho, sino, también de un adecuado estado de bienestar.
7) Demonizar, acusar, insultar, poner la atención en los fallos de los demás.
Ejemplo: - Tú eres un fascista
- Pues a ti te financia Venezuela.
- Y tú eres un corrupto.
- Y tú terrorista
Quisiera poner mas ejemplos, pero, no es necesario. Basta con ver a los señores diputados de cualquier país, en sesión, para escuchar insultos y descalificaciones que se ofrecen unos a otros. Véanse las entrevistas en los informativos de televisión ó de la radio.
Por su parte y como otro ejemplo de demagogia, véanse los artículos de prensa o programas de radio; son especialistas lanzando bulos ó noticias falsas. Son extraordinariamente hábiles usando el lenguaje. La ley de libertad de expresión y la ley de libertad de prensa los protege.
Mención de honor en el apartado de demonizar para internet y sus redes sociales.
8) Utilizar verbos en su forma condicional simple o compuesta.
Ejemplo: Yo haría no es lo mismo que yo haré
Yo pondría no es lo mismo que yo pondré
Yo construiría no es lo mismo que yo construiré…y un largo etcétera.
9) Utilizar eufemismos, es decir, palabras que suavicen u oculten el hecho.
Ejemplo: - utilizar “desviar fondos” ó “distraer fondos”, en vez de robar
- decir investigado, en vez de imputado.
- corrupto, en vez de delincuente.
- corrupción en vez de delincuencia.
-También una redacción que suavice ó distraiga, cambiando así la percepción del hecho.
10) Fomentar el odio
Realizando declaraciones que creen una controversia ó la fomenten, aún a costa de romper la paz social.
Ahora ya empezamos a ver los efectos de la demagogia:
En un país imaginario, uno de los candidatos es un charlatán que promete viajes Disneyland-Paris gratuitos para quien desee ir. El otro es un economista que propone incluir la asistencia gratuita del estomatólogo en la Seguridad Social.
Seguramente, sin los votantes son persuadidos con tecnicas demagogicas, el parlamento de ese país se llenará de charlatanes......y para ir a Paris, unos cuantos votantes viajarán allí un poco antes de las siguientes elecciones.
Por lo tanto, la demagogia hace que sea el votante quien constituya un parlamento viciado en el que se legisle a favor de los intereses personales de la élite que está detrás de un partido político. En consecuencia, el resultado es un éxito para una minoría y un problema ó una merma para la mayoría.
DE LA DEMOCRACIA A LA DICTADURA
No es casual el título de este apartado. Encontrará el lector multitud de publicaciones con las mismas palabras, pero, cambiadas de orden. En ellas se marcan unas pautas a seguir para que una transición desemboque en el traspaso de poderes del dictador ó élite a un parlamento y un cambio de la soberanía, esta vez descansada en el pueblo.
Pero, ninguna he encontrado que vaya en sentido contrario, es decir, de como una democracia puede ser corrompida hasta el extremo de no serlo. Desde luego, no disfruto de la erudición necesaria para llegar a estas conclusiones. No soy un erudito. No soy un filósofo. No soy el primero en pensar que una democracia pueda derivar en dictadura. Simplemente me hago eco y expongo los conceptos de los filósofos que han sido y son la base de nuestra forma de entender la vida. Y no es un riesgo baladí; por poner un ejemplo que a nadie comprometa, de Roma como república pasamos a la Edad Media.
Todos conocemos países con gobiernos en forma de monarquías y repúblicas que ambas funcionan muy bien. En ellos se disfruta de una calidad de vida envidiable. Además, también tienen leyes que les conceden niveles aceptables de libertad de acción y de expresión. Los tres poderes tienen un altísimo grado de independencia.
Pero no podemos obviar que existen, también, países con formas de gobierno iguales a las anteriores en las que el progreso es solo para unos pocos a costa de los demás; de sus derechos humanos y el estado de bienestar. La libertad de expresión tiene unos limites muy estrechos. Entonces, ¿dónde esta el problema?. ¿Donde está el origen de un mal gobierno?
La solución nos la da, una vez más, Platón. Este sostenía que las formas de gobierno son análogas a la condición moral del individuo. Por lo tanto, mientras se mantenga el necesario nivel moral en el individuo, la monarquía no devengara en tiranía, ni la aristocracia en oligarquía, ni la democracia en demagogia.
Por lo tanto, el secreto de un buen gobierno está en la catadura moral de quien ostenta el poder ó pretende ostentarlo y solo eso convierte a cualquier forma de gobierno en idónea. Imaginemos:
En un país imaginario en donde la educación pública es ejemplar, un partido político promete que arreglarán las iglesias y el otro partido político promete que arreglará los polideportivos. Todo eso sin demagogias sin dirigismos. ¿Qué ocurrirá?
Como la condición moral de toda la clase política es tal, que ninguno de los dos partidos políticos hinchará el presupuesto para hacer las obras que promete ni tomará dinero del destinado a escuelas, investigación científica y técnica, infraestructuras y servicios sociales; seguramente lo elegido en votación tendrá un gran sentido común y será lo más oportuno en esa coyuntura económica. El país progresará y se respetarán las libertades individuales en alto grado.
Ahora vamos a ir más allá y vamos a imaginar otro país en donde toda la clase política, no solo un partido, es inmoral, la educación primaria deja que desear, todos usan la demagogia para conseguir votos y todos están de acuerdo en repartirse la riqueza, consecutivamente, según vayan ascendiendo. ¿Cuál será el resultado? El resultado será un voto manipulado, un país poco a poco empobrecido. Unos partidos políticos puestos todos de acuerdo en, consecutivamente, repartirse la riqueza de acuerdo a criterios de poderes fácticos.
Algunos votantes que se percaten de la farsa se lamentarán de que el voto, una vez ha sido dado, ya no se puede quitar. Y en las próximas elecciones algunos decidirán no votar por estar enfadados consigo mismos, pero, otros ya habrán alcanzado la mayoría de edad e irán a depositar su voto. El método está vivo.
No será obligatorio ir a votar porque dicen ellos ser una democracia, pero, demonizarán a quien decida abstenerse; cuando, en cambio, sus señorías se abstienen, si así les parece, en sus votaciones.
Con unos dirigentes políticos que, sabiéndose “aves de paso” al servicio de unos intereses económicos de élites, legislarán a favor de esos intereses de la élite, mientras se toman su “sobresueldo” y se procuran jubilaciones suficientemente cómodas. Dirigentes sin escrúpulos que no parecerán salidos del vientre de una mujer. Unos partidos políticos que formarán ejércitos de acólitos dispuestos a votarles, para que el sistema les premie. Y no seamos inocentes; en este país imaginario los políticos y sus partidos no son el poder; ellos solo son los charlatanes, los vendedores que dan la cara. Venza quien venza el resultado será el mismo porque su "amo" es el mismo para todos. Poco a poco la pobreza se instalará en algunas clases sociales.
Resultado, el gobierno de la élite para esa élite. Dicho claramente: una oligarquía disfrazada de democracia.
En ella se proclamarán todo tipo de libertades que, aunque en la práctica, existan, será con un límite a discreción de la élite ¿Limitadas como?, limitadas por el imperio de la ley.
Pero unas leyes hechas por esa minoría y aplicadas por esa minoría en su propio favor.
La separación de poderes de Montesquieu: Gobierno, Parlamento y Jueces, dejará mucho que desear en asuntos en los que intervengan los intereses de la minoría selecta.
Promulgarán leyes de todo tipo para autoprotección en lo que ataña a esa clase selecta. Eso si, todo muy democraticamente votado en el Parlamento de la élite.
En este país imaginario, si la democracia está solo al servicio de uno, eso es tiranía. Si la democracia está solo para el favor de una élite, eso es oligarquía. Y ambos dos son dictadura. Una democracia corrompida por la demagogia. La dictadura de la democracia.
CONCLUSION
Cuando en un país sus dirigentes apelan a la democracia y usan mucho esa palabra, se vuelve sospechoso, ya que a quien está no se le menciona.
Países en los que hay elecciones y en los que el pueblo vota, hay muchos. Unos dignos de llamarse democracia, otros no tanto y otros nada. Porque democracia no solo es tener la posibilidad de meter un papel en una urna. Democracia es expresarle al pueblo sin demagogia, formar al pueblo, informar al pueblo, respetar la voluntad de lo votado y que cada uno de los tres poderes sea independiente del otro. Que quien dirige lo haga a favor del progreso del país y no a costa del progreso del país, para beneficio de unos pocos. Que no solo parezca democracia. No imperará la siguiente consigna: "Di, casi, lo que quieras; pero, vivirás como yo diga."
Es cierto que no encontraremos ninguna democracia totalmente limpia de culpa. Pero, hay límites y límites y las diferencias entre las que merecen llamarse democracias y las que no, son evidentes. Yo no señalo a nadie. Juzgue el lector su caso.
Con este trabajo no he querido hacer un análisis exaustivo de las formas de gobierno imperantes en el globo terráqueo y dividirlas en buenas y malas. Si así fuera estaría incurriendo en un grave error, pues, ya se sabe: "la democracia que esté libre de culpa que tire la primera piedra".
Pero, si que he pretendido poner de manifiesto que, aun llamándose de la misma forma, no todas lo son.
Finalmente, escribía al principio sobre la canción que cantaba María Ostiz y mencionaba a la música como un posible instrumento de demagogia. En verdad que la música es poderosa. La letra de esa canción no tiene desperdicio: Leamos:
Con una frase no se gana un pueblo
ni con un disfrazarse de poeta,
A un pueblo hay que ganarlo con respeto,
un pueblo es algo más que una maleta
perdida en la estación del tiempo,
esperando sin dueño a que amanezca.
Con una frase no se gana un pueblo
ni con una palmada en su paisaje
ni con un aprender de su lenguaje
ni con una canción que impregne el odio
y que llene tu negocio, y que llene tu negocio.
Con una frase no se gana un pueblo
ni con un disfrazarse de poeta,
A un pueblo hay que ganarlo frente a frente,
respetando las canas de su tierra,
que los retoños medren al cobijo del sol
esperando sin miedo a que amanezca.
Esta canción se cantaba en España al tiempo de las primeras elecciones libres. Qué bonito e ilusionante. Dejo al lector que opine si en aquel momento fue demagogia.
¿Algún partido político de algún país tendría hoy en día esa canción como música identificativa?
Como de costumbre, esto solo es mi opinión. Solo una opinión.
Nota:
Una de las frases de Montesquieu es esta: "No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia."
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